lunes, 31 de diciembre de 2012

2012.

Llena de amuletos acabo este doce que me colorea la piel.

El frío, el mar y unos cuantos saltos mortales entre abismos de sal.
Tantos temblores en los tobillos que no sé cómo no me han abandonado las costillas por sobrestimulación.

Será que te quiero o nos quiero. Aún no sé.

Las dudas de estos meses de furia han sido causantes de mareas de lujuria y desenfreno entre los dedos.
Pero aquí me quedo.

No cambiaría nada, ni errores ni derrotas. Donde sangra, escribo.

Enero helado y hadas al borde del colapso. 
Febrero de sus cicatrices y mi lengua lamiendo el veneno.
Marzo de huídas de mi ciudad.
Abril de rasguños supurantes y parques con niebla.
Mayo de despedidas infernales entre las vías de un tren.
Junio de playas amarillas llenas de ceniza y sol.
Julio creyéndome capaz de maquillar la piel de dentro.
Agosto teñido de azul y aires del sur.
Septiembre de lágrimas rasgantes por mi cabeza.
Octubre entre reencuentros y suciedad mental.
Noviembre con números impares y sumando doce más doce.
Diciembre de sirenas, con su intensidad y cambios de humor.


No sé qué me depara mañana, ni pasado ni nunca.
Puede que sea mejor, peor o increíble.

Mientras me quede voz para gemir, gritar, sentir y caer, no pasará nada.





Y si me apago, 
susúrrame algo que me haga volver a temblar.

martes, 18 de diciembre de 2012

Nombre propio II: Sirena.

La inspiración sale como el humo por la boca si te tengo cerca.
Siente la presión de tus labios sobre los míos.
Como hoy, como ayer.

Ay, qué rutina.

Vamos a oscuras por una montaña rusa, descarrilando por sus vías oxidadas.
Cuidado.

Diciembre trastoca mi valentía, mis manos.

Pero son las tuyas las que temblaban aquel día. 
¿Te acuerdas?
En el marco de la puerta.
A medias. Qué bonito.

Casi tanto como tú, imbécil.

Los ojos se pierden y se buscan con fuerza, como el mar en mitad de una tormenta.

Embravecido, a veces, por la falta de palabras y de lunas.

Creas en mí algo indescriptible.

Tus gestos, el olor de tu pelo y tus mejillas.
Los lunares de tus labios y la forma de éstos.
Las manos tranquilas y blancas. Calientes.
Curvas en las que las mías derrapan cada vez que pueden.
La forma que tienes de fruncir el ceño y tu cuello.
Ay, la vainilla.
Lo perfecto de tus piernas infinitas y la forma de caminar aun siendo sirena.
Cuando araño tu espalda. La beso, la muerdo. Lento.
El timbre de tu voz me hace temblar casi tanto como tus dedos.
Y esa lengua que juega, a veces, a mojar mis labios secos.











No sabría describirte,
eres inexplicable.




Amiga Ansiedad.

Y tus idas y venidas.
Mi gula, mi saliva. Arcadas dobles y con arsénico.

Otra vez somos tu y yo, eh.

El frío y la noche oscura.
Cigarrillos de más, comida de más, palabras de más.

En esta habitación llena de humo espeso solo se oyen las voces de mi cabeza, 
reclamo tu cuerpo o el mío. Unidos, supongo.

La realidad me está bombardeando en la cara, revienta y ya no sé reinventar.

Qué malos mis juegos. Los de palabras, digo.

Si me vieran mis flores ahora. Escupidme, venga. Lo necesito.

Taquicardias que saben a recuerdos amargos, rasgando cualquier síntoma de estabilidad.

Cuando teclear no me sirve ni para demostrar lo mucho que necesito una luna de cristal,
tu luna, mi luna. Quizás.


Bah, son mi delirios. No hay éxtasis.



Todo maldito, sin frenos ni cura.
Costuras.





No te preocupes.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Catarsis.

Una costura a punto de estallar.
Una sonrisa a punto de salir.
Una cicatriz a punto de supurar.
Una arcada a punto de corroer.
 
Podría seguir escupiendo esta mierda.
Podría seguir matando la cordura.
Podría seguir cambiando los problemas por alcohol.
Podría seguir en este camino.

Y qué si no me veo capaz.
Y qué si ya no sé quién me lleva.
Y qué si las noches me duelen como espinas.
Y qué si la mentira me rasga el alma.

Un hierbas a punto de acabar.
Un beso a punto de matar.
Un abrazo a punto de romper.
Un mordisco a punto de sangrar.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Anónimamente correcta.

Y cómo llamarte si no sé ni de qué color son tus ojos.

A Dime que me quieres con ternura pero luego fóllame con locura, ámame si es lo que quieres no provoques que te ame si no quieres, bésame la boca salpicada de tu intimidad, regálame las noches que te sientes sola.

Imán: Susúrrame algo eterno, lléname la piel de caricias inborrables.
Seamos aire, de ese que no pasa entre los besos que no nos damos.
Podemos robarle el tiempo a la vida, invertirlo en arañazos suaves en tu espalda. 


A: Amarnos como la primera vez o como la ultima, bésame hasta quemarme los labios, que nada mas importe en esta noche sin luna,nada mas que ese fuego que arde hasta el sonido estridente que lo pare, que pare, pero pídeme mas, pídeme mas..

Imán: Hacernos, simplemente. Sin hablarlo. Actos.
Buscando gemidos entre las sábanas desordenadas, más.
Siempre más y más dentro. Más fuerte.
Ven, por favor, tengo frío y solo tú sabes como hacerme arder. 


A: mis pensamientos tienen tu nombre, mis bajos tus dedos, susúrrame al odio que me quieres y luego vete como haces siempre, dejándome en el dulce olvido de tus recuerdos, de tus palabras, de las noches que anhelo entre tus sábanas húmedas.

Imán: ¿Cómo me voy a ir de ti si ya no sé como dejar de pensarte?
Juguemos una vez más a querernos a oscuras, prometo quedarme a desayunar.
Mi inicial, mi pequeña figura de sal.
Contigo son noches eternas, olvida el pasado y vamos a crear un futuro de orgasmos. 


A: ¿Cómo olvidar el pasado que me recuerda esos orgasmos? ¿cómo una sirena puede vivir sin lágrimas de sal? por amar al mar mareé mi marea, chica de sal, ahoguémonos en los flujos de alta mar, alcanzar el tesoro entre tus islas, no pido más

Imán: Ven, todavía quedan mis lunas por cambiar en estas aguas y podemos seguir moviendo las olas.
Ay, sirena. Mi sirena. Me perdería en cada una de esas escamas que me vuelven locas.
Quédate con mi mirada, sin ti no sé qué debo hacer.
Promete que no te vas a ir, roba mi tesoro o cóseme a tus clavículas. 


ASe llena el vaso de tus aguas y luego qué, cuando el agua se evapore solo quedará la sal, dime por qué, por qué ya no me guía tu canción, mi barco se hundió por seguir tu melodía, ay..sirena... no dejes que me pierda, sigue cantando, sigue gimiendo al compás de las olas que nos envuelven

Imán: Tengo un par de piernas y una espalda para llevarte encima si hace falta, sirena.
Mi voz cada vez es más ronca por el exceso de un humo que detestas, lo siento.
Y qué si tu piel me envenena las ganas, y qué si mis ojos ya no saben mirarte.
Te quiero cerca, a lo loco. Juguemos a perder la paciencia y la ropa. 


A: Juguemos a parar el tiempo cada noche en nuestro nicho, juguemos a recorrernos enteras, juguemos a lo que quieras, pero no dejemos de jugar. Mi corazón se va parando si te alejas, y se agita si te acercas, cual marea que provocas con tu voz si me susurras al oído; dame más.

Imán: Vale, tira el dado. ¿Qué número ha salido? Solo uno puede ser el de mi sirena abisal.
Dos cifras. Par. Como tu y yo.
Este bucle de mareas y miradas perdidas me esta agujereando la sonrisa.
Aprieta mis engranajes, dales cera y que giman. Como una noche sin luna, a oscuras dos pieles.
Mordamos los lunares. 


A: Juraría que ha salido un doce,no estoy segura me pierde tu roce.Mordernos los lunares,chupar las cicatrices que se avivan con la sal,escuece a la vez que alivia..que gustoso dolor.No hacen falta lunas,ambas juntas somos 1, báñemonos en el mar de las estrellas, perdámonos en la eternidad haciendo el amor

Imán: Y doce más doce son... Tus ojos. Tus manos.
Ay, manos suaves de sirena. Queman, rasgan, curan. Bésanos.
El mar espera nuestra eterna entrega a un juego de burbujas, de escamas imantadas.
Incrustémonos un poquito más, aún no son las 12. 


A: La niebla que ves ahora es el vaho que sale de mi boca, busca envolverte ya que no lo hacen mis brazos, hace frío, tengo frío si no estas aquí conmigo, dame tu calor, devuélveme el tiempo que paso pensando en ti y en los momentos en los que nos amamos

Imán: Para la niebla tengo la solución. Viento. Agárranos bien.
¿Ves la noche naranja? Va a nevar. Quiero. Pero ven, que la nieve contigo será más blanca.
Pura.
No recuerdo cuántas veces me he girado en la cama pensando que estaba ahí, dormidita.
Vuelve. Impregna este colchón de ese olor que me encanta. 


A: Dormidita a mi lado, pero nunca estás, es el espejismo de mi desierto,tu recuerdo en mi es permanente, recuerdo tu olor.. tu sabor..Ay casi puedo sentirte aquí conmigo.. es algo que me destruye y que me ata, ella es mi droga y tengo mono

Imán: ¿A qué huelo? Ay sirena... Mi cama te grita cada noche, está harta de que solo te quedes en mi cabeza.
Despéiname. Haz de la noche algo que solo tu y yo saboreemos.
Atadas, ojalá.
Drógame de ti.


A: Mmm.. es un olor deliciosamente indescriptible, un olor que me quiero comer. Droguémonos juntas, ponte un tiro en mi entrepierna, fúmate mi sabor,comete mis setas, sudemos juntas un nuevo amor.

Imán: Muérdeme las ganas de una vez. Has conseguido recorrer mi pecho a tientas y quedarte dentro. Muy dentro.
Ser adicción, la una de la otra. Alimentarnos de estas palabras y el regusto a vainilla que dejan. 



        
¿Continuará?
  

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Con fuerza y desgarros.

Son noches de humo, querida.

Me esfumo y no te das cuenta.

Atada a mi propia perdición y caminando segura de que voy a volver a caer.

No me hacen falta más palabras para explicar el por qué de los latidos y las arritmias.



Cuando juegas con heridas es lo que pasa, se abren. Renacen. Sangran.

Y mis costuras están cansadas de sentir el desencanto de tus mentiras.


La voz oscura, intentando salir de algún rincón.


Demasiados pinchazos en estos huesos que ansían salir a la luz.

La ventana fría no sabe dónde esconder el vaho, otra vez.


Se repiten los miedos. Las dudas. Esquirlas incrustadas.






Soy cicatriz. No hay tirita, no quiero eso.

No sé lo que deseo pero te aseguro que esto no. 





Y si se calcinan las ganas que antes ardían entre las manos heladas, qué hago.



¿Me voy, me quedo? Desastre y caos enredados en este pelo.








Mejor me enciendo otro y dejo de vomitar ruina por esta boca rota.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Nombre propio.

Sí, ella.
Tú.
La de las manos frías calentado mi cuello.
Ya era hora de presentarte en mi cabeza como un 'quizás'.

Te abres paso por mi pecho, lento. Pero constante. Me arañas palabras. 

Una musa difusa, un espectro al que puedo tocar y saborear. Eres tú.

A lo mejor esto te asusta, ese es mi principal miedo. 
Quiero quitarte las dudas. 

Hace poco te dediqué unas cuantas letras, ahora unas poquitas más.
Quiero saciarte de mi alma.

Y cómo hacerlo si generalmente me dejas muda.
Me cuesta pero sigo.

Te suelo buscar, ¿sabes? Por mis rincones oscuros, por mis labios secos.

No se por qué, no se qué hacer.


Pero ahora solo te pido una cosa,














quédate.


martes, 4 de diciembre de 2012

Impar.

Orgasmos a cuatro manos, entre seis piernas.

Me olvidé de las roturas de la cama, de la falta de sábanas. De todo.

La besé primero a ella, fuerte, muy dentro. Podía saborear hasta su alma.

Noté unas manos en mi espalda, rasgando. Sin uñas.

Los dedos se perdían entre tres cuerpos que sudaban. Destilaban. Gemían.

Una pequeña luz en un ordenador fue la excusa de empezar.

Y esta vez no era el juguete, era parte del juego.


Sentía rabia de no poder hacer todo a la vez. Quería hacer de esa noche, nuestra noche.


Noviembre empezó con mordiscos en el cuello, en los labios, con tres bocas.


Y a medias,
desaparecieron todos los miedos. 




Me quemo.

Más de una noche así, incendiando las sábanas con gemidos.

Y tus manos recorren cada átomo de mi piel, 
mi lengua recorre cada uno de tus ángulos.

Ven, que todavía puedo arder más.

Empieza por la boca, muerde y arranca complejos. Sus caderas se balancean al son de mis latidos.

Primer gemido.


Sigue. Los labios mojados y los dedos jugando a humedécerlos más. Los huesos imantados en la misma piel.

Otra vez.

Vamos a ver cuánto somos capaces de sudar. Araña fuerte esta espalda.

Desgarrando amaneceres con orgasmos. No, no pares.


La música sigue sonando al compás de nuestras manos. Bañándonos en un placer exquisito.



Todo es sexo, al fin y al cabo. Pero no, no acabes.
Todavía hay saliva en mi boca, no lo permitas. Sécame hasta el último rincón.


Y ahora fumémonos cada puto grito de éxtasis que hemos tenido.





Abrázame y duerme conmigo.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Vuelven.

Y como si fuese la más adictiva de la droga, caigo.

Sus redes frías me infundan seguridad con fecha de caducidad. Me matan gramo a gramo.

Pero sigo, bebo caliente y duermo en frío. ¿Un por qué? Inseguridad, quizás.

El fuego amenaza con dejarme las cenizas más rotas de lo normal.

Le he dado un nombre propio a esta autodestrucción. El mío.

Las tardes de Noviembre oscurecían un poco el camino hacia mi locura, pero ya no hay más que rayos de luna taladrando mis pupilas.

Mi pecho está abierto, lleno de mariposas de colores que gimen por poder quedarse dentro.

No las rompas, quieren vivir comiendo mis entrañas.

Dejo que lo hagan porque yo sola no puedo.


Me contengo las ganas de gritarte en cada esquina de lo que soy capaz, te miro y me voy.


El cuerpo tirado en un sucio colchón con ansias de tu cuerpo desnudo, a ti te da igual.


Si hablamos de importancia, de concordancia, de besos con olor a vainilla.

Ahora, la piel de gallina.


La tarde se tiñe de gris y palabras en francés. Quizás sea mejor que huir.







He perdido la consciencia, me he vuelto a perder en ellas y no quiero que nadie me salve.


Al menos, no por ahora.