martes, 3 de julio de 2012

Cara bonita.

Te difuminas entre mis dedos y jamás te toqué.
Te pierdes entre mi pelo y jamás te olí. 


Pienso en tus ojos oscuros, tanto como tu corazón. Claro ejemplo de frialdad femenina.


Corro a través de un bosque mojado, el barro empapa esas zapatillas que tanto miras cuando te hablo.
Quizás ni sepas de qué color son mis ojos.
Oigo el timbre de tu voz por las ramas que arañan esta piel blanca que me compone.


Tienes miedo de acercarte por si te muerdo y te hago daño. No serías capaz de soportar el dolor de estos dientes ponzoñosos.


-No temas, pequeña, no te haré daño.
Y se fue.


Solo me dejó un par de lágrimas negras sobre las hojas secas.