martes, 15 de marzo de 2016

Martes.

Me prometí no volver a escribir, eso solo significaría volver a reabrir cicatrices.
Y aquí estoy, rompiéndome en silencios.

He pasado por muchas decepciones, traiciones y puñaladas en todos los rincones de mi cuerpo,
pero esta...
Esta ha dado de lleno en mi caja de Pandora.

Hay monstruos y fantasmas por todas partes
otra vez.
Y no sé cómo volver a casa.

Supongo que nunca fui suficiente para ti, no fueron suficientes las oportunidades
ni las veces que te salvé.
Años de creer que me salvabas, eras el único para siempre que podía afirmar con los ojos cerrados.
Ahora siento que no puedo confiar en nada ni en nadie, que siempre llegará el momento en que tenga que elegir si tú o yo.
Si ella o yo.
Si tú o ella.

Siempre me has tenido a tus pies, en tus hombros y en cada arañazo que me dabas.
Todas tus pesadillas eran mi lucha diaria,
ahora quién va a lidiar con las mías
si las has creado tú y te has ido dando un portazo.

Tengo las venas llenas de sangre envenenada, con ganas de venganza 
y en el fondo solo quieren llorarte.

Tenía algo perfecto, idílico, supongo que nunca me he merecido tal honor.
Pero tranquila, ya no lo es
ni creo que lo vuelva a ser nunca.
Has conseguido intoxicar mi futuro sin darte cuenta
casi sin mirar.

Jamás pensé que mereciera andar por la calle como un animal, en busca de un cigarro o una mano caliente que me pueda llevar a respirar aire puro.
Dentro de mí solo queda gasolina y tengo el mechero temblando en la mano,
acaba conmigo.

Me rindo, esta vez no puedo salvarme.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Funeral.

Traté de alcanzarte, tocarte, rescatarte.
Y solo recibí empujones hacia un vacío donde solo estaba tu imagen,
pero nunca tú.

Tengo un grito escondido entre tanta decepción.

Un te quiero, también.
Y tantas mentiras como salieron por tu boca esa noche.

Observo mis cimientos, rotos.

Tras tu terremoto. Tras mi caída mortal.
Me has vuelto a romper.

Mirarte y darme cuenta de que, por desgracia, 

sigues siendo una debilidad tan fuerte, 
tan sumamente tóxica,
que no puedo escapar.

El vértigo al recordar tus ojos clavados en los míos,

tus manos en mi espalda.
Ese vértigo me tiene presa de unas letras
que juré no volver a escribir.

Perdí el tiempo, la perdí a ella.

Y a ti, nunca te tuve.
Solo esta imagen que me hiciste creer,
querer.
Y joder, necesitar.


Siempre tuve la sensación de estar haciendo lo incorrecto y, 

sin embargo,
nunca fui capaz de dejar de hacerlo.
Fue en vano.
Fuiste en vano.


Ojalá hubiese sido distinto.

Nunca debí atarme a tus muñecas con tanta facilidad.
Ni creer que éramos todas esas noches que nos dedicábamos 
a escondidas
y a oscuras.

Ahora, puedes irte.

Cierra la puerta y tira la llave.
Por favor, hazlo.
Yo soy capaz de volver y no queremos eso.
Tengo que pensar en mí.
Y dejar de creer que eres esa chica de la que yo necesitaba un "buenas noches"



"Me dueles tanto que no quiero volverte a ver."


miércoles, 6 de agosto de 2014

Esto es un adiós.

No hay más que escribir ni que decir.
Me rindo ante el destino que ha querido arrancarme de cuajo de tus brazos.

La peor despedida es la que sabes que no lo es.
Esto es así.
Eres el adiós que jamás podré pronunciar, 
el primer primer beso que nunca olvidaré 
y la culpa de que esto es por mi.

No lo alargo, no me busques más por aquí.
Pero recuerda que yo, no rompo las promesas.
Espero que hayas entendido eso.

Hasta que volvamos a cruzarnos sin mirar,
o hasta que volvamos a querernos sin creerlo.

jueves, 31 de julio de 2014

He vuelto.

Como quien vuelve a la zona del crimen después de que limpien toda la sangre.
Como quien se vuelve a descargar la canción que borró por ella.

He vuelto, te juro que he vuelto para volver a irme.
Pero no te preocupes, no me verás.

Llevo escondida más de un mes y me han parecido años.
Encontrarme ha sido como una puñalada en mitad del esternón.
Más bien, como si me arrancasen de cuajo los restos de la caja torácica.

Por suerte, no solo hallé dolor.
Han aparecido manos, unas manos nuevas, libres, con ganas, sin peros.
Y cómo voy a resistirme si son las mías.

He volado tan lejos que ni tu recuerdo ha sido capaz de alcanzarme.
Tengo unas alas nuevas, preciosas. No vengas a cortarlas.

Te he escrito cada día, sin saberlo. 
Moviendo los dedos por todo mi cuerpo imaginando que eras tú.
No pares. No sigas.

Estoy drogada, pero eso ya lo suponías.
Escucho una música que jamás había oído y, sin embargo, todo el mundo está en silencio.

¿Ves?

Me vuelvo a ir. Me disipo.
Y no puedes hacer nada.

martes, 8 de julio de 2014

E.

Ocurrió un sábado.
Era de noche y rezumaba alcohol de cada esquina de la ciudad.
Tenía el mundo en contra y las bragas mojadas.
Era ella, joder. Cómo no iba a correrme solo de pensar en su espalda desnuda.
Disimulé bien las ganas de meterme de lleno entre sus piernas.
La besé. 
Ella decía que no, por favor. Pero sé que quería incluso más que yo.
Hundí mis manos en su pelo y la atraje fuerte hacia mí, conteniendo las ganas de llenarle el cuello de mordiscos y gemidos.
Nos soltamos tan pronto como pudimos.
Y se corrió. Solo que no en sus bragas. Ni en mis dedos.
Fue por los ojos.

Se los besé tan fuerte como pude y, 
después de mirarla fijamente solo se me ocurrió soltar cuatro estúpidas palabras que lo cambiarían todo:

Todo saldrá bien, pequeña.


Nos fuimos de allí 
en cuerpo.
Pero nuestras almas se quedaron follando hasta el amanecer en aquella calle perdida de Madrid.

martes, 24 de junio de 2014

Place to go.

Las noches de verano siempre me quebraron más de un par de costillas.
Desde aquel, desde ti.
Probablemente no sepáis de quién hablo, tampoco voy a escribir su nombre.
Me da vértigo hasta pensar en lo que dejé que hiciera con mi cuerpo. 
Cada órgano muerto, cada trozo de piel brotando (lo que creía) puro amor, cada acercamiento a la muerta en forma de pastilla.

He venido aquí, otra vez, a reclamar mi cordura a una luna que arde demasiado en mi cama.
No sé qué me conviene, ni siquiera si seré capaz de darle al botón de publicar.
A qué juega mi cabeza a estas horas.

Suena "Still" y ojalá.
Pero no.

Escapar se me antoja tentador cuando la impotencia recorre mis venas demasiado rápido.
A dónde, cabecita.
Yo que sé, dame una cerveza y arráncame el pecho.
Cómo coño se hacía esto de vomitar hasta quedarte sin palabras.
Después de leer falsos sentimientos, gente que ha dejado su vida real para vivir en un escenario donde nadie mira, oscuridad resplandeciente, después de toda la mierda que tengo que oler cuando pasáis a mi lado,
sigo aquí.

Menuda mención te he hecho sin querer, eh.
Bah.

Todo se marchita y cada vez merece menos la pena seguir con este show.
Tampoco me atrevo a cerrar el telón, pero siempre viene bien quejarse de algo. Como los viejos.

Esto empieza a tener menos sentido del que pretendía darle.

Y es que tú, no me ves.


domingo, 23 de febrero de 2014

Incógnitas comunes.

Te estoy esperando.
Sí, a ti.
A ese trozo de recuerdo que no existe.
A tus ojos, tu boca, tus manos.

Sigo sin saber quién eres.
De dónde sales y hasta dónde vas a llegar.

Quizás solo eres una excusa, un error que debo cometer.
Una ruina que puede llegar a asfixiarme.

Puedes ser una cuerda de guitarra mal afinada, 
o una tecla de piano demasiado desgastada y frágil.

No sé, pero aquí me tienes.
En vela, dejando que el aire me congele todos los poros de la piel,
desesperándote en el alféizar de la ventana sin saber cómo llegarás.

En forma de suspiro en la nuca, un grito desesperado o una fuerte tormenta golpeando los cristales.
Qué eres, cariño.

¿Podrías ser un beso?
Eso estaría bien.
Pero de esos que te dejan con ganas de más, con ropa de menos y las uñas afiladas.

Vuela alguna noche de éstas y susúrrame al oído qué quieres de mí.
Tranquila, que yo me dejo.
Luego, vete.
Rápido.
No dejes más huella que un simple silencio ensordecedor, de esos tan tuyos.


Y, sobretodo, no vuelvas.
Nunca.