Creas,

no destruyes.

Locura, incertidumbre, ansiedad, calor.

Horas inhumanas perdidas en tu mirada infinita.

Quería dedicarte las palabras más bonitas, preciosas, sensuales.

Pero me quedé en cuatro simples, que a lo mejor dicen todo.

O no dicen ni la mitad de lo que siento.

Sea como sea, quiero que sigas creandome esa ansiedad y esa sensación de poder ser yo sin miedo.

.

Pensaba escribir el por qué de esas palabras.
El por qué me gustas.
El por qué he caído en tu gravedad.




Pero hay noches oscuras en las que es mejor coger un cigarrillo y fumar, intensamente.

Pisando asfalto.

El pasado se escapó por la puerta de atrás y sólo nos quedó un cenicero lleno de sueños quemados.
Y las preguntas revolotean en forma de mariposas escarchadas por aquella habitación verde que nos hizo soñar.


¡Pobres sueños sin sentido! Gritabas. 
¡Pobre felicidad sin dueño!  Respondía.


Humo de colores, incienso de sabores, ombligos juguetones.


-No puedo más contigo, con tu infelicidad acumulada y esa lucha continua contigo misma.
-Si no me quieres así, dejame de una vez, pero no juegues.


Luego chillas, gritas, lloras, piensas.




Luego dejas de un lado ese pasado, y avanzas a un futuro olvidando el presente.

Y ahora sonríes sin ella, sin colores, sin sabores.
Sin sentido, pero con el corazón.