martes, 24 de junio de 2014

Place to go.

Las noches de verano siempre me quebraron más de un par de costillas.
Desde aquel, desde ti.
Probablemente no sepáis de quién hablo, tampoco voy a escribir su nombre.
Me da vértigo hasta pensar en lo que dejé que hiciera con mi cuerpo. 
Cada órgano muerto, cada trozo de piel brotando (lo que creía) puro amor, cada acercamiento a la muerta en forma de pastilla.

He venido aquí, otra vez, a reclamar mi cordura a una luna que arde demasiado en mi cama.
No sé qué me conviene, ni siquiera si seré capaz de darle al botón de publicar.
A qué juega mi cabeza a estas horas.

Suena "Still" y ojalá.
Pero no.

Escapar se me antoja tentador cuando la impotencia recorre mis venas demasiado rápido.
A dónde, cabecita.
Yo que sé, dame una cerveza y arráncame el pecho.
Cómo coño se hacía esto de vomitar hasta quedarte sin palabras.
Después de leer falsos sentimientos, gente que ha dejado su vida real para vivir en un escenario donde nadie mira, oscuridad resplandeciente, después de toda la mierda que tengo que oler cuando pasáis a mi lado,
sigo aquí.

Menuda mención te he hecho sin querer, eh.
Bah.

Todo se marchita y cada vez merece menos la pena seguir con este show.
Tampoco me atrevo a cerrar el telón, pero siempre viene bien quejarse de algo. Como los viejos.

Esto empieza a tener menos sentido del que pretendía darle.

Y es que tú, no me ves.