jueves, 1 de septiembre de 2011

Wasting away.

Una buena amiga me dice que hay que ser fuerte, que hay que superar todo.
 

Sólo hemos sido los obstaculos de nuestras respectivas vidas.
Ahora tu te has dado cuenta y me has echo reaccionar a la fuerza.
Gracias, supongo.
Por abrirme los ojos de esta fantasía tan absurda que mi cabeza inventa a tu alrededor.
Por hacerme reaccionar como sólo yo se, por hacer que me duela respirar.
Por, simplemente, hacerme más fuerte.
Somos incompatibles, dos polos del mismo signos, dos almas perdidas que navegan por mares infectados.
Tu eres el veneno que me consume, poco a poco, palabra a palabra.
Yo soy la picadura que te destruye cada signo de felicidad posible.
Entonces...¿Qué estamos haciendo matándonos mutuamente?
Ya nada puede salvarnos, ni siquiera detener el tiempo o retroceder en él.

Somos una bomba que estalla cada vez más, que tiene su epicentro en tu habitación y la onda expansiva invade cada recóndito lugar que recorrimos de la mano.

¿Tu que opinas? Yo creo que estarás de acuerdo en cada palabra que tecleo. Si no, hazme reaccionar.

Soy demasiado ilusa al pensar que tu me volverías a intentar salvar de este abismo que nos consume. Esta vez me has dejado caer a un pozo sin fondo (cuando llegue al final de él, te avisaré).

No me quedan lágrimas, ni suficiente saliva para gritarte cada letra que desearía, sólo dejo que mis dedos calibren una bala y te la manden directamente al corazón, tatuando en tu piel todo lo vivido.

Se que te acabarás olvidando de mi, de cada locura. De nosotras. 

Pero sabes que yo siempre te recordaré.



En cada calada, el humo formará ese número obsesivo.