miércoles, 12 de diciembre de 2012

Con fuerza y desgarros.

Son noches de humo, querida.

Me esfumo y no te das cuenta.

Atada a mi propia perdición y caminando segura de que voy a volver a caer.

No me hacen falta más palabras para explicar el por qué de los latidos y las arritmias.



Cuando juegas con heridas es lo que pasa, se abren. Renacen. Sangran.

Y mis costuras están cansadas de sentir el desencanto de tus mentiras.


La voz oscura, intentando salir de algún rincón.


Demasiados pinchazos en estos huesos que ansían salir a la luz.

La ventana fría no sabe dónde esconder el vaho, otra vez.


Se repiten los miedos. Las dudas. Esquirlas incrustadas.






Soy cicatriz. No hay tirita, no quiero eso.

No sé lo que deseo pero te aseguro que esto no. 





Y si se calcinan las ganas que antes ardían entre las manos heladas, qué hago.



¿Me voy, me quedo? Desastre y caos enredados en este pelo.








Mejor me enciendo otro y dejo de vomitar ruina por esta boca rota.

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