jueves, 27 de junio de 2013

Suspiros.

Las pulsaciones aumentan
según pasa el tiempo
y cuando se acaben los segundos pegada a tu piel
se pararan.

Porque me estoy acostumbrando
a quererte sin hacerlo,
a besarte sin tocarte,
y a pensarte sin mirarte.

Me he propuesto colonizar esa cadera
por la que tantas suspiran,
solo para que veas
qué bien le quedan la marca de mis dientes.

No tengo intención de escaparme
ni de dejar de tenerte en la cabeza
aun que, qué digo
te prefiero entre las piernas.


Poco más de cuarenta y ocho horas.
Nueve más para dejarte en la estación de autobuses
(y dejar un cachito de mí, contigo)



viernes, 14 de junio de 2013

No.

Que ya no me engañas
yo tampoco insisto.

Lo peor, seguimos jugando.

No recuerdo bien lo que era llegar con ansias de ti
todas las tardes
y ansiar un 'buenos días'
cada mañana.

Tampoco quiero, porque dolerías.
Y eso dejaste de hacerlo cuando corté por lo sano
y decidí cambiar mi forma de verte,
de quererte.

Pero noches como ésta, 
la nostalgia me pega un mazazo en el estómago
y empiezo a imaginar
lo que teníamos pendiente,
lo que fuimos
y, sobretodo,
lo que no seremos.

Quién me da la certeza a mí de que fuiste un error
o fue un acierto dejarnos pasar
como el que deja la comida en la olla
hasta que se quema y endurece.

Eso me hiciste, 
volverme piedra.
Una pérdida de cabeza, dicen.
Sí, claro que sí.

Pero fuiste musa,
amante
y noches a medias.

Y eso,
por mucho que lo desee a veces
no se puede borrar.

martes, 11 de junio de 2013

Shhh.

Las ganas de morderte en cada amanecer azul
me están rasgando la piel cuando anochece.

No sé qué has hecho
que de una piedra fría
me has transformado 
en material maleable
(pero) solo para tus manos.

Seguramente sea absurdo pensar qué será de nosotras
cuando aún ni sé de qué color son tus calcetines favoritos
ni qué clase de zumo prefieres en el desayuno.

Supongo que cuando el "ven" y el "voy" sean reales, 
ya no tendré dudas.
Puede que incluso me atreva a besarte la primera
(ya sabes que no suelo hacerlo)

Te dije que fueses diferente
y cada día me demuestras
que el caparazón ha pasado
a ser unas ansias constante
de hacerme costuras nuevas.


Me parece irreal que seas capaz
de crearme temblores
con epicentro en el ombligo
cuando aún no hemos tenido
la oportunidad de
dejarnos sin respiración.

Una vez te llamé impaciente,
o más de una.
Y ahora mírame, 
sacando tiempo y restando distancia
porque no soporto más lunas
sin tu nuca pegada a mis labios.






Eres vicio, 
ganas,
necesidad
y la excepción más bonita que me ha sucedido jamás. 

viernes, 7 de junio de 2013

S.

Me duele la costilla derecha
de no haber podido quitarme las medias
o completar las noches
atada a sus sábanas.

Pero qué mejor recuerdo
que un pinchazo a tiempo
para partir la estabilidad
y sentir que todo va mejor.

Y cortando por lo sano
me quité del vicio de escribirte
para así, poder volver a sonreirte
con los ojos abiertos
y el corazón entre los dedos.


martes, 4 de junio de 2013

Pisa.

Que yo me escondo
donde puedas encontrarme
y finjo que no sé
que has descubierto mi escondite.

Y claro, 
el juego es tan adictivo
que ya no busco otros ojos cada noche.
Me dedico a recordar las espirales de los tuyos
tan preciosas
como tóxicas.

Pero dime, reina
¿por qué perdemos el tiempo en otras pupilas
a sabiendas de que solo las nuestras pueden conectar?
Imaginar.
Ser.

Sigo pensando en ti más de lo que debería,
sobretodo cuando tengo las manos frías.
Pero me limito a hacerme un té,
esta vez rojo
y te vuelvo a olvidar. 

Deja de recordarme
que no fui capaz de salvarnos
cuando el diciembre maldito
llamó a nuestra puerta.

Cállate la boca,
que tu fuiste la cobarde
que me hizo endurecer lo más blando
de mis adentros.
Sin quemarlo, creo.

No me mires así
cuando pienses gritarme un 
te quiero
con los ojos
porque de nada sirve ya
dejar de fumar por ti.

Una última cosa;
quiéreme.
(como si no fuesemos a besarnos nunca más.)

sábado, 1 de junio de 2013

Baile IV.

Se enciende el segundo cigarrillo en media hora.
Está nerviosa. Normal.
El autobús llega en 4 minutos exactamente.
Le empieza a temblar la pierna derecha, como cada vez que piensa en ella.

"Venga, valiente, bésala."


Imaginarte está siendo mi asignatura favorita
sin recuperaciones
quizás del aliento
después del primer mordisco en tu cuello.

Siento la terrible necesidad de saber
de qué color son exactamente tus ojos
al mirarme con la misma cara de idiota
que tienes al leer esto
sabiendo que es por y para ti.

Pensar en la noche eterna
con las lunas inacabables
y que ni el amanecer
sea capaz de bañar tu piel
como lo hacen mis manos
cuando se acostumbren a tu calor.

Qué de sin sentidos, pienso a veces
pero tienes algo
no me preguntes el qué
ya sabes mi curiosidad
y las ganas de acortar la distancia
y gemirte al oído
me están matando la estabilidad.






Qué me has hecho, enana.