martes, 4 de diciembre de 2012

Impar.

Orgasmos a cuatro manos, entre seis piernas.

Me olvidé de las roturas de la cama, de la falta de sábanas. De todo.

La besé primero a ella, fuerte, muy dentro. Podía saborear hasta su alma.

Noté unas manos en mi espalda, rasgando. Sin uñas.

Los dedos se perdían entre tres cuerpos que sudaban. Destilaban. Gemían.

Una pequeña luz en un ordenador fue la excusa de empezar.

Y esta vez no era el juguete, era parte del juego.


Sentía rabia de no poder hacer todo a la vez. Quería hacer de esa noche, nuestra noche.


Noviembre empezó con mordiscos en el cuello, en los labios, con tres bocas.


Y a medias,
desaparecieron todos los miedos. 




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