lunes, 28 de octubre de 2013

En vuelo inerte.

Las horas se precipitan al final de las esfera del reloj y nadie hace nada.
Quizás la valentía está en observar como muere cada minuto 
sin mover las agujas hacia el lado contrario para ganar al tiempo.
Pero quién se atreve a hacer eso.

A veces pienso que la elección de cómo vivir 
es la simple acción de bajar las escaleras a pie
aunque las mecánicas funcionen.

O meter el abono en la máquina número cuatro del metro 
en vez de en cualquier otro número cardinal.

Que puede que a veces peque de pedante cuando hablo de la vida
pero las hostias que me ha dado
me han dejado una costilla rota
dos lágrimas en las comisuras de los labios
y una sonrisa que revienta cada vez que me besa.

El miedo a enamorarme me mira cada noche por debajo de las sábanas
y tiene sus ojos verdes.
Y quién me dice a mí que debo hacer.

Digo que he dejado de fumar como si no fuese otra excusa más para decir 
que tú 
eres la única nicotina que quiero
y la persona que me está empujando a la muerte prematura.


También me dedico a huir por las calles 
frías
de Madrid
con tres arañazos rodando por mi espalda
y un tonta más rubia que la cerveza

Pero esa es otra historia
que como no duele pensarla
no puedo escribirla.
(pero os quiero igual, pequeñas)

Ahora 
entre tanto humo
solo me atrevo a ser valiente
a parar el reloj a la 1:59
y morderte
suicidarme suciamente
para encontrar el motivo principal
de vivir en plural 
y volar por fin
contigo.

jueves, 17 de octubre de 2013

Costilla rota.

Un golpe directo al pecho.
Qué está pasando.
Respira.
Lo de siempre.

Pierdo el control de mi cuerpo y empieza el juego.
Su juego.
Y yo solo soy un títere con ganas incomprensibles de dejarme llevar 
entre esos dedos que solo desean la muerte lenta de mis órganos vitales.
Pero es divertido bailar con la boca a punto de desfallecer en cualquier acera del centro de Madrid.

Quién sabe por qué me gusta tanto el riesgo que ellas me otorgan.
Quizás es solo la curiosidad de qué me harán esta vez.
Como el niño que, impaciente, se despierta a las cuatro de la noche,
 en la que sus padres le han dejado regalos al lado del sofá. 
Intenta saber qué son por el papel o la forma, pero en realidad no quiere averiguarlo.
Así, con la ansiedad en rojo sangre y las manos moradas, sin respiración.

La contradicción recorriéndome las venas, ardiente de destrucción cerebral.
Ya no soy dueña de mí,
ahora me dominan ellas con su ejército de mariposas sedientas de vitalidad.


Abandonadme antes de que cumpla la condena y quedemos atadas para siempre,
por favor.

lunes, 7 de octubre de 2013

1:12

No sé cuántos cigarros llevo,
ni cuántas lunas desde que estás en mi vida.

Pero tampoco me asusta esta dependencia innata
que tu cuerpo ha causado en mí.

Y no hablemos de inspiración nocturna,
ni camas sin sábanas.

Podemos quedarnos insomnes,
buscando la canción perfecta que describa la felicidad.

Que te describa a ti.

martes, 1 de octubre de 2013

Oh, quédate.

Eh, pequeña.
Las noches lejos de tu olor me recuerdan a que el infierno siempre está presente.
(Como tú en mi vida.)
Los secretos que guardan las sábanas tienen hueco aún para más gemidos animales.
Pero, el miedo está lejos
(muy lejos)
desde que tus manos se imantaron a mi espalda,
casi sin querer.
Queriéndonos a drede.
Hacía tiempo que ser feliz se me antojaba un invento más de este mundo.
Y llegaste tú,
con tu sonrisa a medias
y esos ojos multicolor.

Tuve que caer en ti, 
volví a creer que las casualidades existen y que tú, 
me haces tener el corazón más rojo que nunca. 
Si estoy en una ilusión, 
quiero seguir viviendo en ella.

Muriendo en cada estación de autobuses
donde empieza la distancia real entre las dos 
y renaciendo minutos después al recordar ese
'te quiero'
antes de volver a besarnos. 

Octubre ha empezado y quizás, sea el más bonito desde que empecé a escribir. 

Por ti, 
por nosotras.

(Porque sea cierto el jamás.)