martes, 11 de junio de 2013

Shhh.

Las ganas de morderte en cada amanecer azul
me están rasgando la piel cuando anochece.

No sé qué has hecho
que de una piedra fría
me has transformado 
en material maleable
(pero) solo para tus manos.

Seguramente sea absurdo pensar qué será de nosotras
cuando aún ni sé de qué color son tus calcetines favoritos
ni qué clase de zumo prefieres en el desayuno.

Supongo que cuando el "ven" y el "voy" sean reales, 
ya no tendré dudas.
Puede que incluso me atreva a besarte la primera
(ya sabes que no suelo hacerlo)

Te dije que fueses diferente
y cada día me demuestras
que el caparazón ha pasado
a ser unas ansias constante
de hacerme costuras nuevas.


Me parece irreal que seas capaz
de crearme temblores
con epicentro en el ombligo
cuando aún no hemos tenido
la oportunidad de
dejarnos sin respiración.

Una vez te llamé impaciente,
o más de una.
Y ahora mírame, 
sacando tiempo y restando distancia
porque no soporto más lunas
sin tu nuca pegada a mis labios.






Eres vicio, 
ganas,
necesidad
y la excepción más bonita que me ha sucedido jamás. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario