martes, 4 de junio de 2013

Pisa.

Que yo me escondo
donde puedas encontrarme
y finjo que no sé
que has descubierto mi escondite.

Y claro, 
el juego es tan adictivo
que ya no busco otros ojos cada noche.
Me dedico a recordar las espirales de los tuyos
tan preciosas
como tóxicas.

Pero dime, reina
¿por qué perdemos el tiempo en otras pupilas
a sabiendas de que solo las nuestras pueden conectar?
Imaginar.
Ser.

Sigo pensando en ti más de lo que debería,
sobretodo cuando tengo las manos frías.
Pero me limito a hacerme un té,
esta vez rojo
y te vuelvo a olvidar. 

Deja de recordarme
que no fui capaz de salvarnos
cuando el diciembre maldito
llamó a nuestra puerta.

Cállate la boca,
que tu fuiste la cobarde
que me hizo endurecer lo más blando
de mis adentros.
Sin quemarlo, creo.

No me mires así
cuando pienses gritarme un 
te quiero
con los ojos
porque de nada sirve ya
dejar de fumar por ti.

Una última cosa;
quiéreme.
(como si no fuesemos a besarnos nunca más.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario