sábado, 2 de noviembre de 2013

Hablando de desastres.

Permitid que me remonte un año atrás.

Aún siendo Noviembre, 
el frío me calaba hasta las vértebras con solo rozarme.

Vivía arruinada en sus ojos, 
intentando sacar de ella la más mínima esquirla de felicidad.

Eran tiempos para escritores, 
para poemas que nadie leerá jamás
y para ella.

No cabe duda que fue musa,
de las que duelen y sangran
incluso, 
me permití llorar en su hombro sin que se diese cuenta.

Elegimos matarnos con besos inexistentes 
en vez de partirnos los huesos con abrazos reparadores.

¿Fue un error?

No. Jamás.

Soy consciente de cuánto daño nos hicimos
creyéndonos capaces de ser algo más 
sin siquiera cimientos firmes.

Pero cómo para no elegirte,
si eras la única que me declaraba guerras con miradas
para hacer que perdiese algo más que los papeles
y regordearse sonriéndome cada vez más.

Fuiste causa y desperfecto,
ruina y caos.
Ahora eres un tesoro
que a veces olvida lo que significa la frase
para siempre
pero preciosa, al fin y al beso.


Un año después, 
sigues siendo mía.

La oscuridad más perfecta que se cuela por la ventana cuando solo hay luz,
mis ganas de pasarme una hora en tren solo para verte entre humo y pupilas dilatadas.

Que quizás, a veces me dan ganas de arrancarte ese pelo despeinado
pero sabes que sentirme en tu piel es tan destructor como reconfortarte.

Te encuentro y sé que hicimos lo correcto.
No me hace falta buscarte, 
porque te tengo tan dentro
tanto
que es tocarme y sentir el escalofrío de tu presencia.

El 'te quiero' a veces se me queda corto.
Así que quedémonos sentadas,
mirándonos
mientras terminamos este peta de mierda que es la vida.

(Un panda que decide arruinarse por un desastre que necesita empezar a creer que las cosas van a mejor)


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