Trato de entender cómo has sido capaz de morderme con palabras
y sacarme esa sonrisa estúpida
que me sigue durando a oscuras
y con las ventanas cerradas.
Pero creo
que es mejor esconderse en esos ojos grandes
para ver las cosas en frío
o para calentarnos un poco más.
Antes de empezar, vamos a tener finales.
El primero, la distancia de tu boca a mi cuello.
Debemos asesinarla sin piedad.
El segundo será improvisado
en cuanto las manos se pongan a temblar
al buscar tu cintura a la hora de dormir.
Creo que deliro, la verdad.
Pero qué mejor locura
que tener la certeza
de que eres diferente.
Sé diferente.
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