miércoles, 5 de febrero de 2014

Be mine, tonight.

La música hacía temblar hasta los muelles de tu colchón.
Concretamente sonaba Crush de Garbage, aunque los orgasmos del principio no se podían comparar con los tuyos.
Me acerqué, sigilosa, mientras tú buscabas cualquier motivo para arrancarme la ropa.
Apagué la luz, ya sabes que cuatro ojos cerrados ven más que dos abiertos.
En cuestión de segundos estaba arañando tu espalda sin ningún tipo de cuidado.
Tu respiración empezaba a entrecortarse y solo me hizo falta pasar la mano por tus caderas para notar el calor que emanaba entre tus piernas.
Botón fuera, cremallera bajada, camiseta casi arrancada y tu boca pidiéndome más.

-Muérdeme. Fuerte.

Y lo hiciste.

Las sábanas empezaron a bailar casi tanto como nosotras.
Mi lengua buscaba tu placer, en círculos, y tus gritos solo conseguían que no quisiera parar.
De repente noté tus dedos dentro de mí. Joder. No salgas de ahí. Muevenos.
Rápido. Más.
Tenías todo el costado lleno de medias lunas, de mis dientes.
Eras tú, en estado puro y carnal. Totalmente adictiva. Mía. 

Todo acabó como debía.
Nos recorría una humedad de pies a cabeza y la ventana me esperaba para fumar, desnuda, con la luna de testigo.



-¿Por qué siempre me miras fumar?
-Porque eres preciosa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario