domingo, 12 de mayo de 2013

Sevilla.

He pensado en cómo describir el sentimiento de libertad efímera,
mental.
Desconexión de un rutina que calcina cualquier tipo de estabilidad.

He creído por un momento que las musas no sangran
ni te clavan puñales.
Me atrevería a decir que ni siquiera existen.

He tenido la absurda idea de poder sonreír por todo
sin un motivo concreto.
De ser feliz, supongo.

He rozado el placer con los dedos sin buscarlo,
sin consecuencias.
Gimiendo, con la luz entrando por una ventana abierta.

He dormido con la persona más valiente,
la he visto llorar sin miedos.
Solo conmigo.

He encontrado el significado de "familia"
en una casa a la que podría llamar hogar, sin duda.
Ojalá formasen parte de mi día a día.

He jugado a caer en la tentación,
repetidas veces.
Y a despertar con sus pecas, también.

He perdido la noción del tiempo,
como si todos los relojes se hubiesen parado
en el momento en que puse mis pies allí.

He reconstruido ruinas que jamás pensé olvidar,
cosiendo cicatrices.
Sin manos ni frío, solo con calor.


Y todo esto ha sido posible
en una ciudad.
Porque allí, nada es lo mismo.








Sevilla,
me tienes enamorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario