Esa sonrisa torcida que me dedicas entre libros, letras y susurros me hace estremecer, me crea placer en pequeños suspiros.
Por debajo de esta mesa nadie nota el calor que sale por mi pantalón, mis piernas se cruzan para que no te des cuenta de lo que tus ojos verdes crean en mi.
Un pestañeo me devuelve al mundo real, donde tus manos se mueven lentamente dentro de mi ropa.
Donde la luz se envuelve en gemidos.
¿Amaneceres de caricias? No contigo.
Contigo quiero mordiscos mañaneros, café entre las sábanas y palabras sucias al oído.
Contigo quiero sexo en cada rincón de tu casa, de la mía.
En los parques, en la piscina.
Quiero que la atracción sea tan fuerte y tan inevitable como la gravedad.
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