miércoles, 18 de mayo de 2011

Nueva era.

Aún siento escalofríos bajo mi piel cuando recuerdo tu voz.
Todo ha cambiado, inevitablemente.

 Son noches frías... Me he acostumbrado al calor de tu piel y tu olor.

Amanece y mis ojos no detectan luz alguna en mi pequeña habitación, sólo sienten el sonido del despertado susurrando tu nombre poco a poco: "Me enrroscaré, después me iré curvando como un muelle"
Poco a poco mi cuerpo se habitúa al movimiento de los músculos y se incorpora, todavia sin saber para qué lo hace.
Me aproximo a la cocina, abro la nevera y la vuelvo a cerrar, ya que el frío que contiene ha congelado las pequeñas lágrimas que desprendían mis ojos.
Una pequeña visita al baño, sólo para cercionar que realmente estoy viva y no sueño que lo estoy. 
Al mirarme al espejo descubro a una chica, pero no la reconozco. Tiene los ojos caidos y tristes, y la mirada perdida. Sus labios secos revelan que lleva tiempo sin que su boca trage nada más que lágrimas.

¿Quién eres?

¿Por qué no me dejas verme en el espejo?

No entiendo porque esa chica no deja que mi reflejo bañe el espejo, y se pone delante de mi todo el rato.
Con el miedo entre los dedos, rozo el frío cristal y descubro la verdad: Esa chica soy yo.

¿Qué me ha pasado?

¿Por qué estoy a sí?

Pero mi cabeza tiene clara la respuesta, y mi cuerpo está asimilandola.





Ella se ha ido, y mi cordura la acompaña.

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