sábado, 2 de abril de 2011

El mañana me da igual.



Me elevo con el humo del incienso que inunda mi habitación.
En mis odios resuenan las cuerdas de tu guitarra. Cada canción, cada sonrisa.
Son noches solitarias, sin tu voz nada es igual, no puedo dormir.


La luna me mira y sonríe, porque sabe que pronto todo volverá a la normalidad. Pero a mi me sigue costando conciliar el sueño.
Los sentimientos que se pasan por mi cabeza son tantos y tan fuertes, que tengo que crear una red imaginaria para almacenarlos todos.

Y cuando me tumbo en la cama, miro a la pared y veo tu sonrisa, me pierdo en las espirales de tus pupilas. Noto como tu mano se coloca en mi cintura y me aprieta fuertemente contra tu cuerpo, siento tus pies desnudos acariciando los mios.

Mi mano juega con el humo y piensa que es tu pelo. Intento besar lo que mi cabeza imagina que son tus labios, y ahí me doy cuenta de que realmente no estas.

Imagino que la brisa es tu susurro, que la almohada es tu cuerpo y que tu voz es la única que puedo oír.

Todas estas noches, entre lágrimas y sueño, consigo suspirar una pequeña frase:

Buenas noches princesa.

Y he de decirte, que no hay una sola noche en la que tu no hayas invadido mis sueños. Y si el día tiene 24 horas, 171 son las horas que pienso en ti.

"Muerdo el agua por ti, te deslizas por mi"

No hay comentarios:

Publicar un comentario