Al enceder la chimenea, recuerdo tanto momentos felices a su lado...
Tantas tardes pegada con su piel viendo arder la leña, mirandola las pupilas y besando sus carnosos labios.
¡Qué tiempos mi vida!
Y ahora, ¿Qué me queda realmente?
Una simple manta, leña carbonizada y un olor a quemado en el corazón.
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