miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mi musa.

Me pierdo en cada calada de su Marlboro, como una lágrima que cae al mar.
Una simple palabra suya hace temblar todos mis músculos cual gelatina en un plato.

La miro y creo volar, a un lugar sereno, donde sólo existimos ella y yo,
Nuestras manos e infinito tiempo para amarnos.
Pero tal como la miro, ella me mira y no puedo aguantar el sonroje de mis pómulos, ni esa risa tonta que me sale.

No podría describir a esta Diosa de la belleza.
Es, simplemente, indescriptible.
Cada gesto, cada sonrisa...

Querida princesa de cabellos dorados, con rostro lleno de pecas y pequeños ojos marrones, tengo que confesarte algo...

ERES MI AMOR PLATÓNICO!

Como diría uno de tus grupos favoritos:

Ahora me escondo y te observo y te puedo decir:
Yo mataré monstruos por ti, solo tienes que avisar.

3 comentarios:

  1. "Enciendes un cigarrillo y me quemo en cada calada"

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  2. Las musas son caprichosas, y por eso mismo ingobernables.

    Y por eso mismo dolorosas, si no las ignoras.

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  3. Yo no la ignoro, simplemente ella sabe poco de mi existencia...

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