martes, 28 de agosto de 2012

Cosida.

Fingir duele, dicen. Muchas veces duele menos fingir que decir todo lo que piensas.
Todo lo que sientes por ella.
Quizá me precipité a la hora de pensar que todo estaba curado, cicatrizado y escondido.
Siempre has estado ahí y hay pequeños detalles que lo demuestran.
Tu sal, tu maldita sal que me hace imantada.
Sin ti sólo soy sucedáneos.
Pero es lo más fácil para las dos.
¿Crees de verdad que diciendo toda la verdad las cosas seguirían igual? Sabemos que no.
No estoy dispuesta a perder nuestra locura por una cordura incesable.
La ignorancia en nuestra mejor carta y la seguiremos jugando hasta que seamos valientes.

Volveré a mi cueva de cristal donde tú no sabes nada e ignoras mis gritos.
Y tu volverás a tu helada habitación donde yo no soy capaz de calentar tu colchón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario