miércoles, 30 de noviembre de 2011

Café con sal.

Tan agridulce como un recuerdo embotellado.
Tan frío como el hielo de enero.
Tan fuerte como dos polos opuestos.

Sumamos locuras de noches eternas, volvemos a los parques oscuros llenos de piedras.
Las bombillas se vuelven personas e iluminan esta habitación cerrada.
Lo eterno de un cigarro se consume en el infinito.

Rompemos normas para imponer las nuestras.
Quemamos hojas secas con el fin de calentar algo inerte.
Secamos las lágrimas de nuestros ojos aparentando tranquilidad.

Dejamos que la sangre corra por el suelo.
Golpeamos paredes por no reventar bocas.
Creemos en lo imposible y lo hacemos realidad.

Lo hacemos, porque si. Porque somos jóvenes.
Porque tenemos tiempo y ganas de vivir.





¡Porque nos da la puta gana!

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